La lucha contra el cáncer es mucho más que una cruzada personal. Exige constancia, determinación y una dosis nada despreciable de valentía. Lo saben bien quienes reciben como diagnóstico médico esta temible y maldita palabra. Pero también lo saben los que dedican su vida a tratar de hallar un remedio que cure la enfermedad o, por lo menos, la haga mínimamente llevadera.