Sus rápidas piernas han llevado a Maiakovski muy lejos, más allá de nuestra época y aún por mucho tiempo nos esperará en alguna parte. Así describió a Vladimir la poetisa rusa Marina Tsvetaieva. Para Mono Azul es todo un acontecimiento la publicación del libro COMO HACER VERSOS, en genial traducción de Ismael Filgueira Bunes. Hoy Maiakovski nos espera en una parte del mundo, en Sevilla. El hombre del blusón amarillo y la chistera, la corbata negra, el que se lavaba las manos a cada poco con pastillas de jabón camufladas en los bolsones, el joven de diecisiete años que entregaba su cráneo rebosante de versos como una copa para los labios de un lector, el entregado a Lili Brik, a Osip, al diseño, a la poesía, el que escribía con la flauta de su columna vertebral. Pocas obras y pocas vidas condensan con tan mayúscula fuerza la dedicación absoluta y la entrega sin miedo al trabajo poético. Solo se debe escribir poesía cuando no haya otra manera de decir las cosas o de arreglar las cosas que no venga de la mano de un poema, dice en su libro.
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