Hay mucho de autobiográfico en este poemario. Hechos, sentimientos, ideas tamizadas e idealizadas. Cosas de poeta, diría el hombre tranquilo de las calles. Pero no se elude ni el compromiso social, convencido de que la poesía puede contribuir a cambiar las cosas, ni elude el compromiso con el paisaje, ecopoesia podríamos llamar. Hay también un sentimiento trágico de la vida, está presente la desesperación y el desasosiego por cómo se desarrollan los acontecimientos en el mundo. Cierto amargor del espíritu que persiste pero que no obstruye la apertura de un hilo de esperanza. No puede evitar un guiño al amor, a la persona amada, a la compañera de viaje. Por último, cierra el poema, una dedicatoria a Federico G. Lorca, una oda dramática para tres voces, a modo de desagravio, al aparecer una pintada en una calle con su nombre insultándolo de forma homofóbica