El franquismó retrasó décadas de crecimiento económico y, a pesar del desarrollismo, nos alejó de los niveles de bienestar alcanzado por los países de nuestro entorno. Mientras la democracia, por definición, se fundamenta en un proyecto de bienestar colectivo, la dictadura se ejercita en beneficio de una clase. Los millonarios no pararon de crecer en el largo túnel de miseria y corrupción de la postguerra. La contrarevolución franquista restituyó con creces los privilegios e intereses económicos de los propietarios agrícolas e industriales y rebajó por decreto los salarios. En la democracia la corrupción es síntoma de la enfermedad del sistema, en la dictadura forma parte del propio código genético. El franquismo fue un régimen corrupto por definición y, lo que es peor, las hornadas de uevos ricos surgidos de la corrupción renunciaron a invertir y crear nuevas empresas.