En los albores de la imprenta, un francés llega, en 1458, al taller de Gutenberg, en Maguncia. Su nombre es Nicolas Jenson y lo envía el monarca galo para aprender el nuevo arte de la impresión mecánica con tipos móviles. De los breves años en los que se forma junto al maestro, se llevará consigo una técnica exquisita, un decálogo de mandamientos por los que regirse en el oficio y varios colegas de profesión con los que compartir el fervor por un invento que cambiará el mundo para siempre. En Venecia, por entonces capital de la edición, Jenson abre su propio taller y, junto a una serie de grabadores, tipógrafos, cajistas, impresores, todos ellos pioneros como él, sienta las bases de la edición moderna, estandariza la escritura, introduce mejoras técnicas y, sobre todo, avanza hacia una claridad tipográfica que aún hoy permanece vigente. En su lecho de muerte, rodeado de quienes lo acompañaron en esta aventura, Nicolas Jenson -el príncipe de la imprenta- recuerda una vida dedicada al arte tipográfico, desvelando las claves, las anécdotas y el ambiente que rodearon el desarrollo inicial de una revolución tecnológica apasionante.
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