En el siglo XVII surgió el "libro sin voz"; alejado de la tradición oral, el libro silencioso se convertiría en la esencia de la literatura moderna: una escritura determinada por la distancia entre los lectores y el autor. En esta forma de escritura, especialmente a través de la novela, afloraron las más amplias y complejas posibilidades de la representación literaria y la recepción e interpretación de las ideas.

Para Hugh Kenner, Flaubert es el primer maestro de la literatura sin voz: Joyce y Beckett, sus sucesores: son ellos los comediantes estoicos. Flaubert, el comediante de la Ilustración, clasifica la estupidez intelectual del hombre; Joyce, el comediante del inventario, crea listas meticulosas, mientras que Beckett, el novelista del impasse, elimina los hechos y escribe novelas sobre el hombre solo. Kenner interpreta a estos autores, forjadores de la cultura impresa de los siglos XIX y XX, en un volumen sobre las posibilidades de la ficción.