En Guy Debord. Tiempo, historia y espectáculo, Tom Bunyard ofrece un detallado estudio filosófico de la obra teórica de Guy Debord y la Internacional Situacionista. Basándose en datos de los libros, películas, cartas y notas de Debord, Bunyard reconstruye las ideas hegelianas y marxianas que sustentan el concepto central de «espectáculo» de Debord. Esto permite una reconsideración de las afirmaciones teóricas de Debord y una reinterpretación de su obra más amplia que pone en primer plano sus preocupaciones por la historia y el tiempo vivido. Al establecer un diálogo de la teoría situacionista con las recientes reinterpretaciones de Marx, este libro también identifica problemas en la crítica de Debord al capitalismo. Sostiene, sin embargo, que las concepciones de la temporalidad y el espectáculo en las que se basa esa crítica constituyen una filosofía de la praxis que sigue siendo relevante en la actualidad. El concepto de espectáculo no sólo pretendía definir su época, sino también la capacidad de esta para el cambio histórico; una intención que se deriva del objetivo de Debord de captar la sociedad como una totalidad histórica, que se hace eco del propio intento de G. Lukács de comprender la sociedad bajo la rúbrica general de la mercancía. La diferencia es que, para Debord, el dominio de la mercancía había hecho necesario un nuevo concepto totalizador, capaz de expresar los cambios provocados por esta ubicuidad. El «espectáculo» combina así una alienación «perfeccionada», la necesidad de superar la representación artística de la vida, pero también un sentido en el que la separación entre sujeto y objeto había llegado a tal extremo que ahora se manifestaba en una sociedad saturada de imágenes visuales que ensalzaban las virtudes del capital (de ahí que el espectáculo sea «una negación de la vida que se ha hecho visible»).