Metternich estuvo en la primera línea de la política europea durante la primera mitad del siglo XIX. Como Canciller plenipotenciario del Imperio austríaco fue, en tiempos de guerra, el archienemigo de Napoleón, y en tiempos de paz, el paladín del orden y la legitimidad frente a las ideas revolucionarias. Dio su nombre a su época, como ideólogo y principal muñidor de la Europa de la Restauración, la alianza del trono y del altar forjada frente al caos y la agitación republicana que durante años había reducido templos y tradiciones a cenizas. Junto a Talleyrand, con quien rivalizó en uno de los duelos diplomáticos más memorables de la historia, Metternich representa la cima del arte de la diplomacia. De este talento son excelente muestra sus Memorias, una sucesión de apuntes vívidos y bien hilvanados, esenciales, absolutamente perspicaces y reveladores: una lectura apasionante que nos adentra en la política entre bastidores.
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