Esto pasó a principios de los sesenta, en un apartamento del Village de Nueva York. Sin duda, hay cosas de aquella época que no cuesta de imaginar: la desinhibición de los cuerpos, el tonteo con el alcohol y las drogas, y la música de Janis Joplin como un lamento de fondo. Probablemente, muchos de los que lo vivieron guardan un recuerdo nostálgico. No es el caso de Leonard Michaels. A comienzos de los noventa, cuando él ya era un reconocido novelista y profesor universitario, quiso retratar aquel tiempo de excesos en qué una experiencia lo marcó para siempre.