Franco recibió en la Guerra Civil ayuda material de Hitler y de Mussolini. Estos «favores» de las potencias del Eje fueron después reclamados durante el transcurso de la Segunda Guerra Mundial. Entre 1939 y 1941, cuando el número de submarinos alemanes operativos en un momento dado no pasaba de la veintena, la ayuda española para el aprovisionamiento de estas unidades representó un respiro nada desdeñable para la Kriegsmarine. Poder abastecerse secretamente en Canarias (como se consiguió en seis ocasiones) o en Cádiz (en otras seis), suponía un ahorro de dos a tres semanas para cualquier submarino. Sin embargo, el factor más importante de la ayuda española fue que permitió al arma submarina alemana extender considerablemente su radio de acción en el Atlántico central.