GWENDOLYN MacEWEN (Toronto, Canadá, 1941–,1987) no dudó en abandonar sus estudios para dedicarse a la escritura y, aun con grandes sacrificios, se mantuvo fiel a su vocación hasta el final. De mente inquieta, curiosidad científica, profunda conciencia espiritual, autodidacta en multitud de campos, creó su obra a partir de las mismas preguntas que la impulsaban a explorar ese espacio-tiempo donde se disuelven todas las polaridades. Cultivó muchos otros géneros, pero se la recuerda sobre todo por haber escrito algunos de los poemas más bellos y reveladores de la literatura canadiense, a menudo citados como fundamentales para la construcción de la identidad común y el reconocimiento de una mitología propia en su país. La publicación de su cuarto poemario, Un desayuno para bárbaros (1966), la convirtió en una suerte de joven estrella de la efervescente escena cultural canadiense. Esta edición bilingü,e, prologada por Rosemary Sullivan, biógrafa de MacEwen, y por la profesora y experta en su obra María Luz González Rodríguez, demuestra que la frescura y la audacia de sus imágenes y la potente carga crítica de su mensaje siguen conservando toda su modernidad y actualidad.
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