Más de una década después de la última crisis alimentaria, la pandemia del covid-19 ha vuelto a sacar a la luz las disfunciones y la extrema vulnerabilidad del sistema agroindustrial globalizado. A pesar de los compromisos de la comunidad internacional para erradicar el hambre en el mundo, el número de personas en situación de inseguridad alimentaria va en aumento, las disparidades se amplían y la crisis ecológica se agudiza, a medida que se generaliza el modelo de agricultura comercial y productivista. Ante este reconocimiento de fracaso, surge un consenso sobre la urgente necesidad de una revisión profunda de los sistemas alimentarios. Pero se debate la orientación de tal transformación.