Cuando tenía ocho años, mi abuela me enseñó a bordar con un kit de bordado que me regaló para Navidad y que incluía un diseño de tres muñecos de nieve de color azul claro ataviados con sombreros y bufandas. Recuerdo que, aunque el proyecto me gustó, los muñecos de nieve no me parecieron particularmente interesantes; tenían un aspecto tan anticuado. Trabajé en un par de proyectos de bordado más y, poco a poco, me fui olvidando del tema, relegándolo a la categoría de las manua­lidades que solo resultaban interesantes si te gustaban los diseños tradicionales y pasados de moda. No volví a pensar en el bordado hasta que comencé a estudiar artes visuales en la universidad. Aunque sabía que me gustaba bordar, no me entusiasmaban los patrones disponibles en el mercado. Entonces me di cuenta de que podía crear mis propios diseños, aprovechando mis conocimientos como estudiante de diseño gráfico, para conjugar la tradición del bordado con nuevos conceptos de diseño que tuviesen un toque humorístico e informal, y que reflejasen mis intereses personales. El bordado cuenta con una larga y rica historia que se remonta al año 30 000 a. C. A diferencia de la costura, el bordado no es necesario para confeccionar una prenda, sino que es algo accesorio, un complemento para dar a entender que algo nos gusta y, por extensión, para expresar nuestra personalidad. Cuando era pequeña, el bordado estaba asociado al pasado y, para ciertas personas, aún lo está. Sin embargo, parece que algunos millenials ?entre los que me incluyo? no se han enterado de esto, y en la actualidad existe un amplio movimiento de gente joven que ha cogido aguja e hilo para dar continuidad a la tradición de sus ancestros, pero en consonancia con su personalidad y con la época actual. Aunque debo admitir que en este tema no soy imparcial, para mí el bordado es el medio artístico textil más versátil que existe, y el ámbito perfecto para dejar que tu identidad individual brille con luz propia. Puedes bordar lo que quieras sobre el material que desees usando el tipo de punto que te apetezca; más variedad, imposible. Poder hacer cosas con tus propias manos tiene un atractivo inconfundible. Podría pasarme la vida bordando el mismo proyecto una y otra vez, y no habría dos diseños exactamente iguales. Esta calidad inimitable de la manufactura hace del bordado una forma artística íntima y bella que compartimos con los materiales que utilizamos para bordar. Es un honor guiaros a través de este viaje al bordado y enseñaros las técnicas necesarias para que podáis incorporaros a este arte que me es tan querido. Estoy impaciente por ver cómo creáis los proyectos que aparecen en este libro, que no trata sobre cómo bordaban vuestras abuelas ni sobre el bordado de hace cien años; esto va de bordado contemporáneo.