Si agitamos, en una coctelera, los términos 'circo' y 'corrupto/a' circularemos, con un GPS hermenéutico, por la selva de 'torpes, perversos y demás fantoches de lo inmoral', que nos sirve el que ha sido hombre de teatro, publicista y, por encima de todo, abogado.á Loperena ha centrado su actividad profesional como experto en derecho en 'las gentes sin futuro: los que tienen como única meta la muerte porque la vida no les ha ofrecido ninguna ocasión para hacer posible el más mísero de sus sueños'.

Un colectivo humano que contrasta con los protagonistas del libro: desde el Gran Corrupto, que fue Franco y lo ha seguido siendo su familia, hasta los casos todavía 'sub iudice' como 'Pretoria', 'Fèlix Millet y el Palau de la Música Catalana', en un recorrido que arranca con actores principales de una hipotética teleserie que sería tildada de inverosímil o prohibida 'porque podría herir la sensibilidad del espectador', como Juan March Ordino, 'El Verga', 'Matesa, Juan Vila Reyes', 'REACE', o el aceite de Redondela, 'SOFICO', 'RUMASA', 'Filesa, Matesa, Time Export', Juan Guerra y el PSOE andaluz...

Suma y sigue:á Luis Roldán, director general de la Guardia Civil, el GAL (Grupos antiterroristas de liberación), Francisco Germán Palomino Romero, 'los mamacallos de las Azores', Rosendo Naseiro, Gil y Gil, Pilar Franco y la Fundación Francisco Franco, áGESCARTERA, Juan Hormaechea, presidente que fue de Cantabria, Telefónica (léase Villalonga-Alierta), Carlos Fabra, Romero de Tejada, Gabriel Cañellas y Jaume Matas, o la corrupción en Mallorca, 'Inverama Casinos de Catalunya', el 'Caso Gürtel', sustantivo que significa correa o látigo en alemán, el Caso Malaya, ásin descartar a 'los chorizos de cuello blanco, como Mario Conde, Mariano Rubio, Javier de la Rosa o 'los Albertos' (Cortina y Alcocer), entre muchos más.

Sin sucumbir a la tentación mediática de los titulares escandalosos, y beligerante contra la multiplicación de los llamados 'juicios paralelos', Loperena ofrece información precisa, con datos, fechas y una crónica rigurosa de los procedimientos judiciales. Con comentarios, tan atinados como doloridos sobre la lentitud notoria de la maquinaria judicial, que lleva a la prescripción y de ciertos sospechosos indultos políticos que evitan castigos seguramente merecidos.

¿Es igual para todos la justicia? No lo sé. Pero me quedo con un comentario del autor:á "Los banqueros, para defraudar, no tienen que atracar bancos ni jugarse la vida enfrentándose con las fuerzas del orden. Les basta con desviar millones a países innominados y esconderlos en cuentas corrientes inescrutables".