Los personajes que merodean por los cuentos de "El oro celeste" tienen el mismo aspecto que tú y se llaman Ramón Valbuena o Paco Pérez, igual que tu cuñado o tu vecino del quinto. Son hombres corrientes que, como todos los hombres corrientes, de corrientes tienen poco. Por eso un buen día renuncian a acudir puntualmente a la oficina y se hacen pasar por locos, o se transforman en caballo y se enamoran de una yegua, o se tumban en el diván del psiquiatra y por su boca habla un marinero muerto tres siglos atrás cerca de Ciudad del Cabo.Manuel Moyano le retuerce el cuello a la realidad, y de esa realidadestrangulada extrae las más disparatadas ficciones. Respeta el principio de la verosimilitud, pero juega con él como un malabarista con antorchasencendidas. Porque sabe que, a nada que rasques en la realidad, surge elabsurdo. Y con el absurdo, el humor.
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