El verano del Niño Aúlla fue ?como lo han sido tantos otros veranos? el verano del amor, del amor enamorado y su complemento indirecto: el desamor. Y si hablamos de amor y lenguaje hablamos de poesía y dificultad.El amor es dificultad, con o sin promesa de recompensa. O sin necesidad de ella: el amor al hermano y a los ausentes, a la tierra íntima y a su naturaleza «de boscaje y penumbra».La poesía es lenguaje, palabra escrita y belleza. Sucede que a menudo lo bello es injusto (e inútil) ?«como un mar de retama ardiendo al atardecer»? o la palabra queda «como un águila calzada / inmóvil en el cielo».Surge entonces otra idea más, catalizadora de estos poemas de El verano del Niño Aúlla: el lenguaje es dificultad, en muchas ocasiones trastorno e imposibilidad de comunicarse. La imposibilidad y la horizontalidad de lo dormido y lo quieto: «El verano es horizontal ?como prefirió ser Silvia Plath?».El Niño ?que en los poemas a veces se transfigura en Niña, Mujer o Cuervo? aúlla incapaz de hacerse entender y el poeta escribe, o acaso solo imagina poemas, tal vez más desenamorado que enamorado, ambos atrapados en la misma dificultad e imposibilidad del amor. Aullidos, amor y dificultad. Poesía.
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