Los animales exóticos siempre nos han fascinado e inspirado. Durante siglos fueron utilizados como emisarios diplomáticos y como máquinas de guerra y marcaron el reinado de numerosos soberanos, fomentaron el conocimiento y subyugaron la imaginación humana. Cuando Julio César llevó por primera vez a Europa una jirafa, los asombrados romanos la llamaron un "camellopardalis", pues la veían como un cruce entre un camello y un leopardo. Cuando los Médici quisieron apuntalar su autoridad y presentarse ante el mundo como verdaderos príncipes, organizaron combates de animales al estilo romano y magníficas cacerías en las que, en lugar de perros, usaban leopardos. Y cuando Josefina Bonaparte creó un jardín de placer como un modo de propiciar su amor por el mundo natural y afirmar cierta independencia respecto a su ilustre marido, un temerario explorador y sus hombres afrontaron increíbles infortunios para traerle ejemplares de los especimenes vivos más extraños del aún inexplorado continente australiano. ¿Cómo llegaron estas criaturas a encumbrar o degradar a soberanos y cómo contribuyeron a definir lo que significa ser civilizado? La jirafa de los Médici aborda estas preguntas a través de una cadena de historias que comienza en la antigua Alejandría, pasa por la República romana, la Florencia del Renacimiento, el México de los aztecas, la Praga barroca, la Francia napoleónica, la América de los grandes magnates y llega hasta la época presente, cuando en plena Guerra Fría dos osos panda gigantes lograron -aparentemente por sí solos- caldear las heladas relaciones entre Estados Unidos y China. Escrito con un espíritu tan audaz y elegante como los gobernantes y animales que retrata, el fascinante y amplio panorama que dibuja Marina Belozerskaya arroja nueva luz sobre una de nuestras obsesiones más antiguas y, al mismo tiempo, nos enseña que nuestro destino y el de estos exóticos animales está inextricablemente unido, que sin ellos no seríamos quienes somos.
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