Prepárese para entrar en un mundo único y lleno de encanto, donde el tiempo se ha detenido: estamos en la segunda década del siglo XX, en unos Estados Unidos todavía rurales y de paisajes idílicos, donde conviven los viejos carromatos y los novísimos automóviles; Roger Mifflin, un librero ambulante que desea regresar a Brooklyn para redactar sus memorias, vende su singular librería sobre ruedas (junto a su yegua y su perro) a la ya madura señorita Helen McGill, quien decide, harta de la monotonía de su vida, lanzarse a la aventura y recorrer mundo. A partir de ese momento se sucederán los encuentros y los desencuentros, y las más divertidas peripecias se darán la mano con las grandes enseñanzas que proporcionan libros y librero. Desde que este clásico de la literatura norteamericana se publicara en 1917 han sido muchos los lectores seducidos por su poder evocador, por el reconfortante humor que destila y, cómo no, por su atención a los pequeños detalles: estas páginas huelen a las hogazas de pan recién sacadas del horno; en ellas se siente el viento de otoño en los abedules.

Cuando alguien me pide que le recomiende un libro para una persona que necesita algo de alegría en su vida, no tengo dudas: "La librería ambulante." La historia de Hellen McGuill, que, harta de su vida rutinaria, se lía la manta a la cabeza y decide embarcarse en la aventura de regentar esa librería sobre ruedas, es una narración llena de curiosas peripecias, inolvidables personajes, belleza, humor, amor, ternura y aprendizaje. Es una novela escrita con delicadeza que ensalza la vida y la literatura. Pero, sobre todo, es una novela que, tras leerla, te deja con un buen sabor de boca y una gran sonrisa en los labios.

Miguel Ángel Casasola, librería Lé