EN SU LIBRO YA CLÁSICO, Lo grotesco, Wolfgang Kayser explora el sentido de este concepto estético fundamental y su andadura histórica: de los híbridos disparatados de la pintura ornamental antigua hasta sus versiones modernas en pintura y literatura, pasando por los grotescos de Rafael, las visiones del Bosco y Bruegel, los enanos de Velázquez, las estampas de Goya. El vocablo transita del sustantivo al adjetivo, pero siempre alusivo a seres fantásticos que contravienen las ordenaciones racionales, a un mundo deformado y absurdo que suscita la risa. Grotesco es sinónimo de extraño, caprichoso, ridículo, y se extiende a lo demoníaco y macabro. Pues bien, veo en el cine de Wilder esta marca estética, trátese del relato negro o de la comedia, su género favorito; se entretiene y entretiene con un agudo sentido de lo grotesco. Sus comedias se basan más en la ironía y la mordacidad que en el humor.
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