Poco se habla del premeditado asesinato de los cisnes en la poesía. Desde que aquel poeta nos instó a que le torciéramosel cuello, la poesía española también la americana se ha convertido en un inexpugnable cementerio de cisnes. Veopasar sus espumosas ausencias por tantos versos y me digo: íqué cisne tan hermoso cabría en esta metáfora! Pero dentrode mí ha crecido otra asesina. Intento modelar mi propia poesía, cortarle las alas y retorcerle el cuello para parecermea los poetas de hoy. Y, sin pretenderlo, olvido la noche. Ahora se me ocurre que la historia de la noche, la verdaderahistoria, solo se puede contar desde un interior que nadie salvo tú conoce. Una historia que cabe en una caja demúsica, en un pequeño vals vienés, en las alas azules de un ave de luna. Todo comienza y termina en la memoria. Hay que resucitar al cisne, devolverlo a la vida para no olvidar la noche. Y no cortar más alas. No cortar más alas.
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