Hernández Garvi recupera en esta ocasión, una extensa galería de personajes de distintas procedencias que, trabajando al servicio de los Borbones contribuyeron con su talento y esfuerzo a recuperar el pasado esplendoroso de España. Una recopilación de egregias figuras, cuyas apasionantes biografías no habían tenido, hasta la fecha, El lugar que les corresponde en los libros de historia, y que de ser así, en muchos casos se han visto ensombrecidas por leyendas negras. Todas ellas con sus luces y sus sombras, con sus actos heroicos o villanos, son aborda das en este libro de forma magistral.

El devenir de la familia de los Borbones en nuestro país resulta aleccionador, no solo por el extenso y a veces convulso periodo que abarca, sino también por los personajes que, por mandato real, han estado al frente de los designios de la nación. Nunca fueron extraños de José Luis Hernández Garvi ofrece un enfoque apenas tratado y mucho menos de manera unitaria: las apasionantes biografías de los personajes no nacidos en tierra peninsular que, bajo las órdenes de los Borbones, contribuyeron con su talento y esfuerzo a desarrollar los caminos ilustrados de la España del XVIII. Este libro de historia para todos los públicos es un ensayo con información rigurosamente tratada, en el que se aprecia una amplia labor de documentación sobre, entre muchos otros, el duque de Berwick, el admirable irlandés O?Reilly, el traidor Wilkinson, el soberbio Alberoni, el impopular Esquilache, el peruano Olavide, Farinelli con su voz sanadora, la delicadeza del pincel de Mengs y todos los arquitectos, canteros y artistas de diversa índole que, con Sabatini como más conocido, edificaron el palacio real que hasta hoy se enseñorea sobre la vega del Manzanares. Todas las figuras foráneas que, con sus luces y sus sombras, pueblas las páginas de este libro fueron decisivas en la modernización de la Monarquía Hispánica, la que en torno a 1780 se extendió como nunca lo había hecho. Todos estos hombres singulares son abordados en este libro de forma magistral. ¿Quién dijo que conocer nuestra historia fuera un tedio?