Varios toxicómanos maduros fuman base de cocaína en un narcopiso de Malasaña. Entre todos, rememoran la década de los setenta y ochenta, los años dorados de su juventud. Son muy conscientes de los efectos que la gentrificación ha tenido en la zona centro, de cómo ha mutado el barrio de Malasaña, su antiguo feudo. Saben, también, que son considerados marginados sociales por una sociedad que hace de ellos chivos expiatorios: la necia comunidad los vilipendia para así creerse mejor de lo que en realidad es. A pesar de no molestar a nadie, vecinos y Policía los acechan, una tensión que habrá de resolverse en el acto final.