La materia prima de la poética de JCF Castrillo es la luz de Vermeer. Cada escena evoca la misteriosa esencia de ese momento que reproduce la vida y el tiempo preciso como un latido gestual donde se mezclan el óleo con la respiración.El poeta, se ha obsesionado con el pintor y maceran en sus versos claves secretas que habitan en el recogimiento de los personajes. Busca descifrar el enigma del amor en las conversaciones, en las cartas que dibujan la ilusión luminosa de los rostros. Esos rostros que se fabrican con hilos de luz y segundos plenos, el tiempo detenido en los pigmentos, en la minuciosa gestualidad del talento que observa con fascinación y cuidado.También está la música fraguándose con instrumentos en equilibrio que dan forma a los sonidos invisibles. La lección se interrumpe, el laúd, la guitarra y el virginal acompasan sus propias melodías mientras se escapan del lienzo y nos buscan para clavarse en nosotros.El poeta está absorto en la serena meditación del pintor que ha dejado delicados testimonios de la vida en imágenes. El poeta se impregna de los latidos, de las siluetas, de la fuerza, del trazo, de los colores, de la luz y los transforma en versos. Versos que celebran al pintor y ahondan en la filosofía cotidiana que ha dado sentido a todos los cuadros. Versos de luz, de colores, de sensaciones, de miradas, de existencia esculpida en todos los instantes.
Mehr sehen