Los lugares de este viaje tienen todos algo en común: la fiesta, la multitud, el sacrificio o la utilización de animales. Recorriendo prácticamente todas las regiones de España, desde la antigua Medinaceli hasta Coria en Extremadura, el viajero traza un denso itinerario de los festejos populares en donde la tradición se convierte demasiadas veces en excusa para un incomprensible ensañamiento sobre los animales. Asistimos a un denso catálogo de brutalidades —algunas abolidas y otras todavía vigentes— que el viajero recoge y describe en función del animal utilizado y del grado de crueldad al que es sometido para disfrute y regocijo del publico.

Viaje a las malas costumbres —publicado previamente en Italia— constituye un pequeño fresco de esa España negra, pintoresca, a veces esquiva y celosa de su propia identidad hasta el punto de ocultar a las miradas los ritos más salvajes de sus fiestas, y frecuentemente orgullosa de sus becerradas y corridas de toros, aun cuando aparecen como una representacion de un autentico sacrificio orgiástico. Y al viajero no le queda otra que refugiarse en el consolador privilego de comulgar con esa otra tradición ocultada —de Quevedo a Goya, de los ilustrados a los defensores de los derechos animales—, también profundamente española pero antitaurina.