El sur italiano, el mezzogiorno, es algo bien diferente de ese despliegue de mafias que a menudonos muestran los medios. Está cuajado de ciudades sorprendentes, tan repleto de arte que tenemos aquí lostemplos griegos mejor conservados del mundo, mejor que en la vecina tierra helénica. Configurado porpenínsula e islas, desde pequeñas islas jardín, como Capri, a grandes islas que, como Sicilia, contienen,sin embargo, un mundo retraído en el que hay que saber adentrarse. Muestra ciudades para vivirlas en lacalle, como Roma, la ciudad que come fuera de casa, o Nápoles, la capital de la pizza y la canzone.Ciudades tan sorprendentes como Matera, la de las cuevas entre iglesias barrocas, ciudades símbolo comoAsís, pueblos perdidos entre montañas, pero a los que delata la torre de un castillo o algún campanile.Merece la pena recorrer este sur con mirada abierta, dejando al margen tópicos y prevenciones, bebiendoel mismo vino que sus gentes. Es lo que se intenta en este libro, no escri