Releyendo a contrapelo la tradición política, jurídica y teológica de Occidente, desde la antigua Grecia hasta las utopías transhumanistas, este espléndido libro pone de manifiesto el impensado origen de diversas tendencias políticas, sólo aparentemente contradictorias entre sí, que modelan el mundo contemporáneo. Su secreta solidaridad está, en efecto, en el intento de eliminar toda la animalidad constitutiva de lo humano.

"El mundo comenzó sin el hombre y terminará sin él, y las instituciones, las costumbres y los usos que la humanidad habrá coleccionado en el curso de su vida, el museo de las figuras que el espíritu habrá catalogado en su fenomenología no son sino las vestimentas desusadas de un viviente que no goza intrínsecamente de ninguna garantía de inmortalidad. Todo cuanto denominamos ciencia política, en este sentido, no es sino la oculta remoción de esta evidencia. Releyendo a contrapelo la tradición política, jurídica y teológica de Occidente, desde la antigua Grecia hasta las utopías transhumanistas, este espléndido libro pone de manifiesto el impensado origen de diversas tendencias políticas, sólo aparentemente contradictorias entre sí, que modelan el mundo contemporáneo. Su secreta solidaridad está, en efecto, en el intento de eliminar toda la animalidad constitutiva de lo humano. Contra este inane e insensato optimismo, Fabián Ludueña Romandini reinventa para la filosofía el tono y la mirada con la cual Poe ha sacudido y revolucionado la literatura mundial. Y demuestra que no hay ninguna escisión originaria entre la vida animal y la vida humana. El llamado homo sapiens es sólo un animal que se ha dotado a sí mismo de antropotecnologías destinadas a dar forma, domesticar, modelar o incluso dominar su propia animalidad constitutiva así como la de sus congéneres. Para instaurar una política trans-zoológica y absolutamente humano-técnica que permita alcanzar un espacio no-antrópico, será necesario abandonar el último refugio de la onto-teo-logía clásica, el prejuicio (post-) metafísico a favor de lo viviente." (Emanuele Coccia)