La globalización neoliberal está produciendo transformaciones profundas en los sistemas educativos de todo el mundo. Las críticas a las mismas suelen centrarse, justificadamente, en la alianza entre el neoliberalismo y el neoconservadurismo, pero tienden a ocultar el papel que los discursos y tópicos «progresistas» tienen en la implantación de dichas transformaciones. Esto permite que hayan sido partidos normalmente considerados de izquierdas (laboristas, socialistas…) los que con mayor eficacia han implantado desde hace décadas las reformas educativas funcionales a los intereses de las corporaciones transnacionales. Para ello se han valido de la pedagogía como supuesta «ciencia» que legitima las reformas presentándolas como «progresos sociales». Se configura así una pinza que amenaza con arrasar la Escuela Pública y convertirla en una «industria» para la producción de capital humano, apoyándose en el modelo educativo basado en competencias. Esto tiene, obviamente, consecuencias políticas que socavan los principios democráticos fundamentales. Frente a esta situación, se hace necesaria una defensa de las instituciones ilustradas y republicanas (entre las que se encuentra de modo eminente la Escuela Pública) y, con ellas, de la independencia del conocimiento respecto de las exigencias de una economía suicida y criminal. Es imprescindible un diagnóstico de los errores teóricos (empezando por aquel que condenó la escuela considerándola un Aparato Ideológico de Estado) que han llevado a buena parte de la izquierda a perder el norte, quedando en una situación de desorientación ideológica y desarme intelectual. Es urgente realizar una crítica del papel que en el terreno educativo está desempeñando el discurso de la pedagogía dominante y desenmascarar los sofismas que, bajo apariencia progresista, conducen a resultados extraordinariamente reaccionarios. El antiintelectualismo, la infantilización y la ludificación que invaden la Escuela sientan las bases para la destrucción de lo que quedaba en ella de institucionalidad ilustrada y republicana, y condenan al alumnado a la servidumbre laboral y política. Con este libro pretendemos introducir algo de claridad en el debate educativo y denunciar las mistificaciones interesadas y sofismas pedagógicos que instituciones como la OCDE, el Banco Mundial o la Unión Europea propagan con la colaboración de un ejército de «expertos en educación» que sirven como propagandistas del Nuevo Orden Educativo. El problema de la educación ha sido siempre un problema filosófico, y queremos contribuir a una filosofía de la educación que proporcione las armas intelectuales necesarias para combatir el ataque neoliberal a la enseñanza pública