Los últimos avances genéticos, la clonación de los individuos o la posibilidad de alcanzar la mayoría la inmortalidad en un futuro no muy lejano han vuelto a poner de actualidad la eterna disyuntiva entre ciencia y ética. ¿Hasta dónde llega lo moralmente correcto? ¿Cuánto más puede extenderse sin romperse la delgada línea que separa la ética de la ciencia?