Howard Zinn (1922-2010) fue un historiador, escritor, dramaturgo y activista social. Creció en las barriadas de emigrantes de Brooklyn, donde trabajó en unos astilleros al final de su adolescencia. Participó en misiones de combate como piloto de bombardero de las fuerzas aéreas durante la Segunda Guerra Mundial. Al acabar la guerra se doctoró en Historia por la Universidad de Columbia y fue profesor de posgrado en el departamento de Estudios Asiáticos de la Universidad de Harvard.

Zinn es autor de una veintena de libros, incluido su clásico, del que se han vendido millones de ejemplares, La otra historia de los Estados Unidos (Hiru 2005).

La Bomba es el último libro de Howard Zinn antes de su muerte en 2010. Fue publicado en el 65 aniversario del bombardeo de Hiroshima, y en muchos aspectos, es su libro más relevante. Con apenas 95 páginas, es una mirada breve y poderosa sobre la guerra y sus responsables. Es también el trabajo más personal de Zinn, pues examina su propia participación en el bombardeo aéreo de Royan (Francia) durante la Segunda Guerra Mundial, así como su experiencia al visitar Hiroshima y conocer a algunos supervivientes del ataque atómico. Aquellos acontecimientos, que impactaron al mundo, también transformaron a Zinn en uno de los historiadores anti-autoritarios y antibélicos más importantes de nuestro tiempo.

Con este libro Zinn quería alertarnos del hecho de que los ataques indiscriminados a civiles –estrategia militar con una larga historia y que ha incrementado su capacidad destructiva debido a la tecnología militar–, son el pan de cada día para las poblaciones de países como Afganistan, Pakistan y Palestina. Y no sólo lo denuncia, sino que reclama que seamos nosotros, también civiles, quienes luchemos contra esas masacres y esos horrores.

“Sus escritos han cambiado la conciencia de una generación norteamericana y han ayudado a abrir nuevos caminos para el entendimiento del auténtico significado de nuestras vidas. Cuando él nos llama a la acción, uno se lo imagina siempre en primera línea, como un ejemplo de honestidad.” (Noam Chomsky)