La Universidad, como el grado más alto de la educación y de sus organismos, ofrece la unidad superior de los diversos órdenes de estudios y profesiones sociales, diferenciados en su mayor complejidad; como la Escuela primaria, los ofrece en su unidad indistinta, y los lleva a formar el hombre total, mediante la orientación en las direcciones capitales de la cultura propia de cada tiempo y el ejercicio integral de todas las fuerzas que constituyen la persona. En cierto modo, parece que la Universidad es, o debería ser, al menos, el coronamiento de la serie profesional entera (sin excepción), llegada, en el ámbito intelectual, a calidad científica y al más libre y enérgico aprendizaje en la práctica; y remate, a la vez, de aquel humanismo el germen del que excita en los primeros rudimentos la Escuela.