Cuando Tierno Galván supo del interés de algún editor por agrupar, para su publicación, los bandos municipales que él había escrito, le remitió una nota para precisar que los bandos suponen un acto administrativo público y que por ello se escapaban  del control de la actividad municipal en el sentido estricto,«por consiguiente, las Empresas editoriales están en libertad de reeditarlos». Con ese criterio como pretexto 14 de abril se propuso hace tiempo publicar todos los bandos que el alcalde dirigiera a sus conciudadanos.

Enrique Tierno no solo es el alcalde de Madrid en la memoria de muchos madrileños, también sigue siendo un referente para todos los administrados independientemente del lugar de residencia. De la admiración y respeto que este singular político se granjeó, es muestra evidente el que hoy son muchas las calles, paseos, avenidas, colegios e institutos, también parques o jardines, que llevan su nombre por pueblos y ciudades de todo el Estado.

Sus bandos, que estaban dirigidos a los madrileños, también tenían como destinatarios ciudadanos de otras poblaciones. Cuentan que el viejo profesor supo compaginar como nadie el sentido del humor con la administración local y que hizo de Madrid una ciudad habitable, menos irritada y más acogedora. La calidad de los textos que configuran los distintos bandos, la «apremiante invitación a la convivencia educada», como escribiera Lázaro Carreter o la belleza de los textos, junto a otros valores e ironías, son suficientes alicientes para una nueva lectura.