"Muchos me dirán aventurero, y lo soy, sólo que de un tipo diferente y de los que ponen el pellejo para demostrar sus verdades." Según quienes estaban junto a él, al Che le gustaba repetir esa frase, como si, cual visionario, temiera que lo que hacía, decía, pensaba o escribía sólo tuviera valor en ese momento. Como si el tiempo fuera siempre el amo de las palabras y de las cosas. La razón de ello tenía que ver, sin duda, con su amor por la fotografía, por la instantánea, por el cliché que fija para siempre una verdad intangible que el tiempo ya no puede cambiar. La vida de ese hombre, condensada en menos de cuarenta años, es una serie de fotografías, cada una de las cuales cuenta lo que fue: estudiante, viajero, médico, combatiente, padre, ministro, escritor, lector. aventurero del momento. Un don Quijote moderno, cabalgando sin descanso en su Rocinante, con una existencia desbordante, sin preocuparse por las comodidades de lo cotidiano. Un film que se desarrolla, imagen por imagen, trazando los secretos deseos de cada ser humano: Hacer de la propia vida una epopeya.