De los procesos de transición, a menudo deriva el consenso entorno al futuro compartido que debería vertebrarse en la institucionalidad del Estado de Derecho, pero también un miedo compartido a revivir los conflictos pasados, estimulado por los gobiernos democráticos con intensidades y responsabilidades distintas. La consecuencia de ese miedo compartido e inducido fue la privatización de las memorias: cada uno debía habitar con la suya, como si de un acto de cortesía democrática se tratara frente a la vulgaridad impertinente de compartir públicamente las memorias de los conflictos, los temores pretéritos y anhelos. Las autoras y autores de este libro analizan las relaciones entre ciudadanía, memoria y Estado, hablan de políticas, paisajes, asaltos y residencias de la memoria desde ámbitos profesionales diversos.