Este es un libro de ruptura, provocativo, desde al menos dos puntos de vista. Por una parte se reivindica una interpretación lingüística, discursiva, de la realidad social, desde una concepción epistemológica que podría buscar su punto de partida en el último Wittgenstein para encontrar su precedente inmediato en Derrida. Por otra parte, se pretende un proyecto de análisis de la realidad social posmarxiano, en el sentido de haber abandonado la lógica clasista (el reduccionismo de clase) que en las interpretaciones usuales de Marx equipara la dinámica del conflicto social a la lógica del conflicto de clases: la lucha de clases.

El hilo conductor del texto es una propuesta de política democrática sin restricciones como base para una estrategia socialista: la búsqueda de la articulación de un conjunto de demandas sociales progresistas (entre las cuales las demandas del movimiento obrero serían sólo una parte más de la amplia realidad de reivindicaciones democráticas) para crear un sujeto democrático colectivo capaz de impulsar un modelo alternativo de sociedad. Este libro puede provocar (y ha provocado) reacciones visceralmente críticas en quienes se afincan en posiciones epistemológicas afines a las del empirismo lógico, con su acento en una realidad social dura, no lingüística, y en los marxistas tradicionales que buscan en los conflictos de clase la clave de toda conflictividad social. También puede ser el punto de arranque de un razonamiento democrático radical como base para un proyecto socialista.