La restauración de la Compañía de Jesús en España se produjo con un cierto retraso respecto a lo que sucedería en el resto del mundo. La regalista burocracia española y el protagonismo que en el restablecimiento de los jesuitas tuvo el rey Fernando VII retrasaron la ansiada vuelta de los pocos jesuitas que pudieron regresar. A la lentitud burocrática se sumaron serios problemas debido tanto a la precariedad económica como a la escasez de personal de la Orden. Por duros que fueran el retorno y los comienzos, los jesuitas vueltos del exilio no se amilanaron.