Relacionarse es como respirar: siempre lo estamos haciendo. Ahora bien, la pregunta fundamental es ¿Lo hacemos bien? La cuestión es importante, pues como se argumenta en las páginas del libro, la calidad de las relaciones que establece una persona con las demás es el principal determinante de su salud y bien estar. Se puede llegar a enfermar como resultado de estar sumido en conversaciones superficiales durante mucho tiempo.

El libro que tienes en las manos trata tanto de las relaciones que se establecen con los demás como de la que cada uno establece consigo mismo.  En esa interacción constante de ambas, el equilibrio entre la atención que le presto al otro y la que me presto a mí mismo será el que determinará que una relación sea sana.

El autor, testigo de numerosos ejemplos de relaciones tóxicas a lo largo de sus más de 20 años como psicoterapeuta, ha constatado como el respeto, la autenticidad y la libertad son componentes esenciales de las relaciones saludables.  En todo ese tiempo de práctica clínica ha sido testigo de cómo diferentes personas en diferentes ámbitos embarrancan, una y otra vez, en las mismas dificultades, produciéndose una gran cantidad de sufrimiento, tanto para ellas como para su entorno. Sea en la pareja, en las relaciones entre padres e hijos o entre compañeros de trabajo, por citar tres ejemplos, la raíz de los problemas es una falta de autoconocimiento que redunda en una falta de conocimiento de los demás.

En un mundo que es esencialmente social, saber quiénes somos y saber quiénes son los demás, es fundamental. Es a través de nuestras relaciones como vamos construyendo ese conocimiento.

Autoconocimiento y conocimiento de los demás están inextricablemente unidos, de manera que es imposible avanzar en uno sin hacerlo en el otro, y ambos son la base de la autonomía personal. El maltrato, tanto el autoinfligido como el que se ejerce sobre los demás, tiene su origen en la falta de autonomía, y su maleficio es uno de los más difíciles de romper.