Este libro constituye un estudio de la ficción de pícaros, con atención, por un lado, a la materia picaresca, la vida del pícaro, rememorada como texto autobiográfico, pero centrándose sobre todo en una instancia superior, la materialidad de la escritura bajo forma de libro. Es por eso que el objetivo de análisis indispensable lo constituyen los prólogos en su variedad, puesto que es aquí donde el pícaro justifica su autobiografía editorial. En estos preliminares pueden intervenir asimismo las voces del autor de carne y hueso, o, eventualmente, alguno de los editores o mediadores textuales, dando lugar a distintos modelos enunciativos, desde el discurso unívoco por parte del pícaro, como con Lázaro o Estebanillo, por ejemplo, a un modo doble, en los Guzmanes, al intervenir también el autor externo o empírico. Hay que resaltar asimismo que el pícaro en el último momento de su vida se comporta como un verdadero escritor, que es su última ocupación u oficio. Lázaro no dispone de la formación adecuada para ello, pero sí en abundancia Guzmán y, a su zaga, casi todos los pícaros posteriores, llegando a ejercer incluso como poetas, cuyas composiciones pueden leerse en la obra misma. El libro picaresco supone en definitiva la autobiografía de un escritor que hace ostentación literaria, incluyéndose a veces su retrato, con un prurito de fama o éxito lector y el deseo de una remuneración pecuniaria por la gestión del impreso. Así pues, con el texto literario y más tarde mediante su edición, acompañada oportunamente de los prólogos pertinentes, el pícaro alcanza un último medro personal, una dignificación final por la escritura, que lo rehabilita en gran medida, siendo este precisamente el caso que otorga sentido al libro.