Si lo que este libro contase fuese una historia, sería la historia en la que Eros, desde su ascenso platónico, se ve forzado a decaer. La fuerza que lo arrastra hacia abajo es la figura de Narciso, quien, capturado en su propia imagen, se muestra aquí como contrafigura del amor. El viaje que la autora propone comienza en el Banquete de Platón, donde Eros aparece como fuerza vinculante y como juego con algo que constantemente se escapa. Se detiene en el Fedro, donde Sócrates pone en cuestión el efecto de las letras, y en el mito de Narciso, que nos muestra cierta fatalidad de la intensificación visual. Continúa a través del psicoanálisis de Sigmund Freud y su concepción del Eros como vínculo libidinal anudado a la vez al narcisismo y a la pulsión de muerte. Por último, recala en la concepción del Eros de Byung-Chul Han y en su cuestionamiento del carácter desvinculante y atomizador del medio digital, asociado al impulso capitalista a someter todo cuanto existe al consumo.