Reconocer el origen femenino de la humanidad abre, al mismo tiempo, horizontes nuevos y ancestrales. Las antiguas y los antiguos lo habían intuido y sacralizado. El patriarcado se ha dedicado a negarlo y sigue haciéndolo. Todos nosotros podemos descubrirlo y teorizarlo en favor de toda la especie humana. Las mujeres van primero: lo dicen las ciencias biológicas y cognitivas, lo testimonian la vivencia de cada persona y la de todos, lo confirma continuamente la vida cotidiana. A pesar de las guerras y de las tragedias, estamos vivos gracias a las primeras actrices de la vida. Reconocerlo, aprenderlo, pensarlo, nos puede ayudar a vivir mejor juntos, mujeres y hombres.

Un recorrido original y propositivo, en el que las diferencias entre mujeres y hombres, en vez de verse como una eterna cuestión irresuelta, pueden ser una posibilidad benéfica y gozosa.

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