La vida es un torrente de erotismo, pero muchas personas aún creen que la mejor manera de tratar la sexualidad es con el silencio, para evadir así la contundente realidad de su presencia en todas las edades: silencio para torear la curiosidad de los niños, para disciplinar a los desquiciados adolescentes, para contener la peligrosa inquietud de las mujeres, para no importunar la agenda de los hombres, para que los ancianos se limiten a ocupar su nicho en el altar familiar. En cambio, este libro-calidoscopio-ventana abierta defiende apasionadamente el derecho a la palabra erótica, pues sólo a través de ella se puede llegar a ese silencio elegido que es el diálogo con el propio corazón, el silencio del espíritu que ha sabido reconciliarse con el placer del cuerpo. Este oxigenante paseo por la sexualidad y sus manifestaciones en los distintos ciclos de la vida recorre el misterioso proceso que va del despertar a la libertad, de la culpa al gozo, pasando por los encuentros y desencuentros del amor, los sabores y sinsabores de la sexualidad, sus cantos y también sus lamentos. Es, en suma, una invitación al riesgo de vivir y de amar en las cuatro estaciones y con los cinco sentidos.