Tras la conquista de Granada por los Reyes Católicos, en 1942, se abrió para los musulmanes que permanecieron en la península un período de dificultades y sufrimientos. La tolerancia inicial de los vencedores fue pronto sustituida por actitudes de segregación y hostilidad, que desembocó finalmente en los decretos que exigían su conversión inmediata al cristianismo y condenaban a la expulsión del país a quienes se resistieran a la medida. Durante cerca de un siglo, los moriscos -musulmanes que abrazaron el cristianismo, aunque conservaban en privado prácticas religiosas tradicionales- protagonizaron una dolorosa lucha para mantener su identidad frente a la política de asimilación forzada del Estado cristiano. Al lado de pisodios de enorme fuerza dramática, como la sublevación de 1568-70, la vida cotidiana de los moriscos estuvo marcada por tensiones permanentes con la mayoría cristiana y por conflictos ventilados en gran medida ante los tribunales de la Inquisición. La expulsión definitiva, entre 1609 y 1614, culminaría la tragedia de esta minoría, vejada y oprimida.Partiendo de los numerosos trabajos sobre las luchas y penalidades de los moriscos, desde las crónicas de los contemporáneos hasta las monografías más recientes, estos autores reúnen aquí los conocimientos historiográficos ya consolidados y el fruto de sus propias investigaciones.