«Con un trazo dinámico y luminoso que recuerda a la animación clásica, Green y Rodriguez llenan de vida los castillos, pueblos y bosques del mundo de Nada con personajes expresivos que hasta hablan en esperanto y un final lleno de suspense que da ganas de leer la segunda parte.» Publishers Weekly «El original estilo visual de Green y Rodríguez retrata escenarios familiares del género fantástico con sensibilidad cinematográfica, como una película de Ghibli táctil e inmersiva, y dan vida a su mundo con una iluminación extraordinaria y una calidad excelente, llena de chistes ingeniosos, juegos de palabras visuales y todo tipo de alusiones cómicas. Un libro que encantará a los fans acérrimos de Kazu Kibuishi y Ethan M. Aldridge (¡y con más páginas!).» School Library Journal «Cargado de humor y emocionantes combates mágicos, esta vuelta de tuerca al tópico del elegido y le exprime toda la comedia con personajes potentes y un mundo fascinante en el que se desarrolla un viaje del héroe de lo más satisfactorio.» Kirkus ReviewsUn héroe inesperado. Un país mágico. Un relato fantástico. Una misión épica para salvar Nada. ¿Qué puede salir mal? Todo, por supuesto. Nada es un país fantástico en el que los humanos y los volkens mágicos conviven pacíficamente O, al menos, lo intentan. Nathan es un humano normal y corriente (eso cree él), con una vida normal y corriente (eso quisiera él). Sin embargo, todo cambia cuando despierta en mitad de la nada y se encuentra con Refugio, una criatura misteriosa que no es humana ni volken. Ah, y encima los persiguen dos volkens mercenarios. Nathan pronto descubrirá que posee un poder misterioso, aunque los humanos no tienen magia (¡vaya, qué suerte!). Pero no puede darle muchas vueltas porque este descubrimiento hará que el grupo deba emprender una peligrosa aventura que los llevará por paisajes inhóspitos hasta una tumba antigua. El destino de Nada pesa sobre los hombros de Nathan, y él y sus inesperados amigos deberán impedir la guerra que se avecina y vencer a una oscura fuerza maligna para salvar el país. Ahí es nada, ¿eh? Y, si fracasan, todo quedará en nada, claro.