Un mes después de acabar el cuento de Teresa recibí un correo de Manel con el inocente asunto: «Propuesta» y me encontré con la portada de Jaime. En el correo, Manel me proponía que a partir de esa imagen y ese título «Jaime tiene cáncer» hiciésemos un nuevo cuento que podría ser el segundo de una colección. Fue ahí donde comenzó a gestarse Mettacuento. Jaime me robó el corazón desde el momento que miré sus ojos enormes en su cabecita rapada. Se trataba de mirar la enfermedad con los ojos de Jaime, que es como decir con inocencia, para despojarla de todos los prejuicios que los adultos hemos ido acumulando. Y de ahí surgía siempre la esperanza.Las reacciones de las personas a las que consultamos eran extremas: o les entusiasmaba la idea o les parecía una «barbaridad». Al fin, consideramos el consejo de quienes nos decían que el cuento era bonito y necesario, pero con ese título podría ser absurdamente rechazado. Así que le pusimos otro título: «Jaime estuvo malito».De esa manera estuvo durante un tiempo en la página en pruebas. Lo mirábamos, lo mirábamos... y un día nos sinceramos: Jaime, con sus ojos inmensos, nos estaba pidiendo como autores el mismo coraje que le habíamos dado a él como personaje. De modo que volvimos a recuperar el título que le hizo nacer. Os contamos esta pequeña historia como reconocimiento a las personas que han dedicado un tiempo a pensar lo que, en cada caso, consideraban mejor para nosotros y nuestro proyecto. Gracias a ellos y siguiendo las pistas que nos dieron, hemos llegado a una conclusión que podemos llamar «nuestra» porque ha nacido de una reflexión conjunta y tiene la firmeza, que no la rigidez, de quien ha ido y ha vuelto a través de otras opciones. Si, como a muchos de nosotros, os resulta insoportablemente dolorosa la idea de un niño con cáncer, esperamos que nuestro prólogo os anime también a vosotros a iniciar vuestro propio camino de ida y vuelta:Hay palabras que dan miedo. Son palabras que nombran cosas que no nos gustan y por eso las cargamos con una mochila de rencor y sufrimiento. A veces, más de las que parece, en esa mochila se acomoda también la ignorancia.Una de esas palabras es «cáncer». La palabra «cáncer» no nos gusta nunca, pero cuando la combinamos con la palabra «niño», una de las más hermosas que hay, el miedo y el dolor se agrandan hasta el infinito.Esta es la historia de Jaime, un niño que un día se encontró con que esa palabra se había instalado en medio de su pequeña vida, y de cómo él se atrevió a mirarla de frente. Y esta es también la historia de la palabra «cáncer» y de su carga de dolor, de temores y de ignorancia.Esta es una historia donde, al lado del miedo, el dolor y la ignorancia, está presente el amor.