La historia no es la historia, sino la historia que nos cuentan. A pesar de sus pretensiones de objetividad, toda historia sigue siendo una historia mítica, una herramienta destinada a proporcionar un paisaje en el que enmarcar al individuo, aquí y ahora. Eso es especialmente cierto en China donde todas las historias han sido maquilladas con unos intereses muy concretos, desde las heroicas escenas del Libro de Historia a esa cronología de los Registros Históricos que, como las actuales, considera el pasado como una sucesión intencional de hechos destinados únicamente a crear un presente glorioso.

En medio de esa visión un tanto deformada de la realidad histórica china, los ensayos que componen el presente volumen proporcionan, por el contrario, un atisbo de inteligencia en las múltiples realidades que acabaron por configurar el país que llamamos China. En ellos las personas dejan de ser unos comparsas esforzados en repetir las cuatro frases que les achacará la posteridad para convertirse en personas de un tiempo y espacio, que actúan movidas por unas motivaciones humanas, tremendamente humanas.

En ese proceso de deconstrucción de la historia de China, uno de los complejos culturales más cuidadosamente levantados a lo largo de milenios, lo importante no es sólo lo que nos muestran estos ensayos, sino que proporcionan un argumento sólido como para cuestionar la construcción como un todo.

Entender gracias al ensayo de Anne Cheng las íntimas relaciones entre la virtud y el poder durante el periodo formativo de la mentalidad china en los años de la dinastía Zhou, rastrear de la mano de Yuri Pines la unanimidad esencial en el pensamiento político de filósofos con ideas aparentemente contradictorias respecto a la necesidad de un soberano que unifique todo bajo el cielo y acabe con las guerras, descubrir gracias a las investigaciones de Roel Sterckx no solamente el papel primordial otorgado a las ofrendas en los sacrificios, sino como esas ofrendas, alejándose de las condiciones psicológicas a las que pueden contribuir la ebriedad o el ayuno, suponen un elemento normalizador en el proceso de creación de una sociedad moderna, comprobar en la reconstrucción que plantea Albert Galvany de una anécdota en la vida de Sun Zi, el autor de "El Arte de la Guerra", como ese proceso normalizador se extiende a los diferentes aspectos de la existencia, entre ellos la práctica militar, asistir en el artículo de Nicola de Cosmo al desvelado de la verdadera naturaleza de la Muralla China, imagen y arquetipo de este pueblo, nos proporciona una carga de profundidad en el derribo de esa arquetípica historia de China y una sólida base para los intentos de construir una más acorde con los hechos. Conocer en detalle cada uno de estos planteamientos convierte a esta obra en imprescindible para todos los interesados en China, su pasado y su presente.

Tomados en su conjunto, estos artículos, así como otros que llaman menos la atención, nos muestran la transición desde una dinastía Shang descrita sucintamente en el artículo introductorio del profesor Ciruela, cuyo carácter chamánico le impregna de una original concepción del arte, la religión, la existencia o el poder, a otra en la que todas estas relaciones entre las personas, las ideas o los mundos, se van conformando según unos patrones que acabarán por crear la uniformidad de la modernidad.