Bernard NoëlLa enfermedad de la carne «Suponéis con razón que no había llegado aún hasta aquí porque me quedaba por meditar el ejemplo de mi padre. Volvéis entonces conmigo a la habitación, y como ya no existe, ni tampoco mi padre, compartís mi sorpresa al constatar que sea cual sea la cosa pronto no queda nada de ella, sino ese humo que sabemos arrancarnos del corazón para convertirlo en el aire de nuestras palabras».

El 7 de julio de 2012, Bernard Noël espera su turno para leer un texto en una velada consagrada a Georges Bataille. Estamos en Vézelay, la sala está llena, los árboles se acarician fuera, Bernard Noël acaricia su libro dentro. Antes de ofrecer su voz, dice que va a leer un texto, La enfermedad de la carne, cuyo pretexto fue un pasaje de la biografía escrita por Michel Surya, donde éste daba cuenta de una experiencia vivida y largamente contada por Bataille: los gestos incestuosos que su padre ciego y paralítico le dirigió en un sótano. Una experiencia juzgada a menudo como imposible que contaba más, mucho más que unas simples coordenadas espacio-temporales, que unos apellidos y unos nombres. Pues poco importan los recuerdos, importan las imágenes guardadas y compartidas por los cuerpos, importa lo que nos empuja a pensar gracias a los «¡oh!», los «¿qué?», los «¿por qué?».    Importan el asombro y la interrogación de aquel que descubre el mundo, que se descubre en el mundo, descubriéndosele el mundo a pesar de él. Un él desprovisto de palabras, que lo recibe tal cual, sin comprenderlo. Sin comprender todavía como lo comprenderá, más tarde, como intentará comprenderlo, más tarde, gracias a la fuerza de las palabras.