A medio camino entre la crónica personal y el ajuste de cuentas con la profesión, este libro habla a calzón quitado de los últimos días de un periodismo, el de sucesos, que se escribía a base de astucia, kilometraje y cabinas telefónicas. El autor repasa ?sin reparar en humor negro? sus trabajos como reportero en algunos de los más famosos medios del país. Curtido en la vieja escuela, informó sobre casos que conmocionaron a la opinión pública, desde el crimen del rol o el de Puerto Hurraco al de las niñas de Alcàsser, para terminar siendo testigo, a su pesar, de la decadencia que llegó de la mano de las televisiones privadas.Andanzas, tretas y algún ajuste de cuentas de uno de los últimos periodistas de sucesos?Los a veces denostados reportero y reportaje de sucesos son para mí, que algo sabré de eso a estas alturas, una de las cumbres del periodismo y del oficio de periodista. O la más alta cuando el crimen se une a otras circunstancias tenidas por más ?serias? o socialmente más notables: piénsese que el famoso caso Watergate comenzó con un robo de tres rateros y terminó con la dimisión de Richard Nixon?, Ignacio Fontes.