Si en nuestro último libro de Historia recomendábamos Mi guerra en Europa, de Eisenhower, hoy le toca el turno a las memorias de otro gran militar, el general Heinz Guderian. En todas las guerras siempre surgen grandes generales que pasan a la posteridad por sus grandes batallas, y que adquieren una dimensión mística por sus victorias y, a veces, por derrotas. La Segunda Guerra Mundial fue un gran generador de mitos, por sus proporciones y su duración. Entre ellos, cabe destacar a personajes como Rommel, Patton, Montgomery o Eisenhower Otros muchos nombres han pasado a la historia solo para los más entendidos. A esta categoría pertenece el general Heinz Guderian, no solo por su aportación en el campo de batalla, sin también como teórico y propulsor de una nueva forma de hacer la guerra, basada en la movilidad y la capacidad de fuego.Oficiales como Guderial lucharon por hacer ver a sus gobiernos que debían olvidar los preceptos teóricos que impulsaron las carnicerías de la Primera Guerra Mundial para pasar a una forma de guerra mucho más contundente y efectiva. Guderian convenció a Hitler de las bondades de la nueva arma blindada y de su potencial combinado con el poder aéreo. Se creaba así la "Guerra relámpago". Recuerdos de un soldado son las memorias de este gran militar. Unas memorias que combinan el análisis de estos nuevos conceptos de guerra con sus experiencias en el campo de batalla. Bebiendo de la tradición de grandes cronistas militares como Julio César, Guderian describe con agilidad y precisión las grandes maniobras y la tensión de la lucha, el desarrollo de las batallas y el combate en el Estado Mayor. Son las memorias de un auténtico militar prusiano, fiel a su país y a su Ejército y capaz de mantener sus criterios frente al propio Hitler. Recuerdos de un soldado, junto a Victorias frustradas, de Von Manstein, completan el panorama de memorias sobre la Segunda Guerra Mundial escritas por generales alemanes. Heinz GuderianHeinz Guderian nació en 1888 en Schwangau, cerca de Füssen. Hijo de un oficial, salió de la Escuela de Cadetes en 1907 y entró en la Academia Militar en Berlín. Durante la Primera Guerra Mundial sirvió como oficial de transmisiones y de Estado Mayor. En 1922, fue trasladado al cuerpo de transportes y se especializó en el estudio de los camiones blindados y luego de los carros de combate, convirtiéndose en un gran técnico y teórico en la materia. Desde 1929, preconizó la creación de un arma blindada independiente que utilizase los carros de combate en masa. En 1935 obtuvo de Hitler la autorización para crear tres divisiones de tanques (Panzerdivisionen). En 1938 fue nombrado inspector de las tropas rápidas, lo que le sirvió para imbuir de sus teorías al alto mando alemán. Estuvo al mando del XIX Cuerpo Panzer durante la invasión de Polonia en 1939 y luego del 2º Grupo Panzer en Francia, Yugoslavia y Rusia (1940-1941). Tras el fracaso ante Moscú, el OKW le apartó del mando en 1941. En 1943, Hitler lo volvió a llamar y le nombró inspector de las fuerzas acorazadas; en julio de 1944, pasó a ocupar el cargo de Jefe del Estado Mayor del Ejército, mando que ocupó hasta marzo de 1945. Prisionero de los aliados, fue liberado muy pronto, retirándose a Baviera. Allí se dedicaría a la redacción de sus memorias, Recuerdos de un soldado. Falleció en 1954.