Rusia Gótica ofrece algunos ejemplos de la tradición del relato gótico ruso, escritos por los autores más cautivadores de este importante periodo de la literatura eslava. Rebeldes, satíricos, filosóficos, o simplemente interesados en hacer temblar al lector, esta colección ofrece una mirada fascinante a la trastienda de la literatura rusa.
Nikolai Mijailovich Karamzín (1766-1826): Uno de los padres de la lengua literaria rusa, fue así mismo un gran innovador en los géneros literarios. Con "La isla de Bornholm", introdujo el cuento gótico europeo a los rusos.
Mijail Yúrevich Lérmontov (1814-1841): tuvo una vida romántica dedicado a la aventura, hasta su temprana muerte en un duelo con solo 27 años. Su prosa y su poesía son las de un hombre joven: juegos literarios, cinismo adolescente, prestando especial atención a la emoción. "Stuss" muestra su lado mas técnicamente avanzado, un juego deliberadamente incumplido que se ríe de las convenciones del género gótico.
Yevgeni Abrámovich Baratynski (1800-1844): El premio Nobel ruso Josef Brodski creía que Baratynski era "mejor poeta que Pushkin". Su prosa se encuentra caracterizada por los mismos logros imaginativos e inteligencia filosófica que su poesía, como demuestra la historia corta "Persten" ("El anillo").
Orest Mijáilovich Sómov (1793-1833): Ucraniano de nacimiento, Sómov celebraba el conocimiento local, el folclore y la historia, pero en el relato "Óboroten" ("El hombre lobo") éstos son eclipsados por el misticismo y la magia.
Mijail Nikoláievich Zagoskin (1789-1852): Novelista muy influenciado por Sir Walter Scott, patriota y nacionalista, el trabajo de Zagoskin influyó en la escritura histórica y fantástica de Pushkin. Rinde homenaje a la historia rusa y los personajes típicos del país, como en su relato "Nezhdánnye Gosti" ("Visitantes inesperados").
Antoni Pogorelski (1787-1836): La historia de Pogorelski "Lafertóvskaia Makóvnitsa" ("La vendedora de pasteles"), el primer cuento gótico ruso, fue extensamente leído e imitado: el relato de Pushkin "Grobovschik" ("El dueño de la funeraria") de sus Historias de Belkin, es una respuesta al relato, deliberadamente extenso, de Pogorelski.