Nunca habría expuesto a Jules a ningún peligro. Así de claro lo habí dicho. Y así sentiría el peso de sus propìas palabras, cuando las cosas comenzaros a escaparse de su cntrol. Casi como un disparo directo al corazón. Y es que, si bien la detective Kate Martinelli podía estar segura del afecto qeu profesaba a la pequeña Jules, nada podía garantizarle la inmunidad total. Por supuesto, tampoco el cariño. Aunque antepusiera su propia vida para conseguirlo.

Pero tarde o temprano siempre llega el minuto en que la fatiga te obliga a bajar de guardia. Y , en ese momento...lo inesperado se cobra partda.