Un joya exquisita, un libro con abundancia de imágenes a todo color de gran impacto estético, y unos poemas bellísimos y duros, en una valiente irrupción de una autora que ya ha dado a conocer en su faceta de crítica literaria y que promete un aluvión de frutos en breve.

Una flor sin pupila y la mujer de nieve es la historia de un linchamiento, la denuncia de los falsos feminismos y las sororidades malsanas: la perplejidad de una mujer de repente fiscalizada por el grupo de amigas, acusada de ser libre y ser feliz, señalada con el dedo, insultada con fervor, condenada al ostracismo. Una flor sin pupila y la mujer de nieve es la manifestación del colapso de un cuerpo violentado y humillado, la crónica de una mujer muerta de miedo que bordea los trastornos de la alimentación que nunca duerme: collages y palabras en la onírica de un ojo enfermo, en el estupor de la identidad devastada. Una flor sin pupila y la mujer de nieve es la escritura caleidoscópica de una mujer que se reconstruye en el amor, un ensamblaje de textos e imágenes en los que un cuerpo enamorado se inventa una nueva piel con que combatir la violencia del mundo: una mujer mira a los ojos de sus fantasmas y no siente ni un poco de miedo.